sábado, 27 de octubre de 2007

Quo Vadis, PSN?

Artículo de Juan José Lizarbe publicado en Diario de Noticias (27/10/2007)

Este domingo 28 se inaugura en la sede de Ferraz una exposición conmemorativa del 25º aniversario de la victoria socialista de 1982 con el título El triunfo del cambio . Una fecha mítica que bien merece su celebración, no por nostalgia, sino por justo reconocimiento al fructífero periodo que se abrió con aquel cambio de gobierno. Ni entre las gentes de izquierda ni en los ambientes progresistas, se es muy dado a rememorar éxitos propios, pues la satisfacción plena y la autocomplacencia son desterradas por el espíritu siempre crítico de quienes lejos de querer conservar, apuestan por remover las causas que crean y mantienen las desigualdades sociales, tarea siempre inacabable. Si a esto le sumamos alguna reciente cuestión regional controvertida, o cualquier recelillo particular de los muchos que suelen quedar absurdamente sin resolver en el seno de la izquierda, es fácil que salte el estribillo de que no estamos para fiestas .

Lo cierto es que aquella participativa jornada es en la historia mucho más que una cita electoral, que invita un cuarto de siglo después a la reflexión, también en clave de futuro. Se pasó de la frágil democracia de papel, de un sistema centralista, de una economía endeble y desfasada, y de vivir puertas afuera de Europa, a integrarnos plenamente en su proceso de construcción, a olvidarnos del miedo a los ruidos de sable, a crear un innovador y exitoso modelo descentralizado, y a configurar un crecimiento económico cuyos frutos actuales eran entonces inimaginables. Lógicamente hay luces y sombras, pero cualquier análisis riguroso y despolitizado reconoce el enorme avance modernizador realizado y el importante salto cualitativo que se inicia el 28-O, en ambos cosas sin precedentes.

Aquella etapa, como la que ahora vivimos, iniciada en 2004, está caracterizada por el liderazgo institucional y social de la izquierda -en su moderna visualización socialdemócrata-, por la globalidad del alcance de las reformas, y por el avance en tres aspectos: se mejora la democracia y se aumentan los derechos civiles, se crea o mejora, respectivamente, el Estado del Bienestar, y se desarrolla una política económica que posibilita ratios de crecimiento más interesantes y sólidos que los conseguidos con gobiernos de derecha. Se demostró entonces, como se demuestra ahora, que la democracia avanzada e intensa no está reñida con el crecimiento económico ni le perjudica lo más mínimo, y así mismo, que se crece económicamente más y mejor con unos altos niveles de atención, bienestar social y servicios públicos, que con el lánguido modelo del sálvese quien pueda de Sanz-Aznar. Se demuestra, en suma, no ser cierta la creencia de que la izquierda es valiosa para mejorar el bienestar social y la derecha para crecer económicamente, pues en las dos etapas citadas hemos aumentado significativamente en lo social, y también en lo económico. Y eso, sin querer entrar en las diferencias demostradas sobre el alcance que cada cual ha dado al término democracia.

Hay una cosa más. Los triunfos electorales socialistas a nivel nacional han tenido una repercusión directa en la audiencia del PSN en las elecciones autonómicas subsiguientes. Sin embargo, así como el efecto estatal de las generales del 82, fue seguido de sendos ejecutivos forales, no ha sucedido lo mismo con las generales del 2004. El éxito estatal del 82 tuvo su positiva traslación a Navarra, pero el nuevo éxito de las generales de 2004 -donde también aquí rompimos nuestro propio techo- no se hace notar en el posterior ámbito foral, y seguimos igual de mal o peor. Algo estará pasando cuando hace veinticinco años se daba esa correlación, y ahora no.

Por todo esto, la celebración de los éxitos del pasado es positiva. Nos permite conmemorar los aciertos y cambios que protagonizó el liderazgo progresista del PSOE, y también reflexionar o ponernos las pilas para que también en Navarra, algún día, triunfe el cambio. Habrá que seguir dándole vueltas de cómo conseguir la confianza mayoritaria de los ciudadanos de la Comunidad Foral. Alcanzar entre todos la mejor estrategia para poder materializar, también aquí, el cambio de gobierno. El debate, la discusión, incluso la discrepancia no son circunstancias negativas, bien al contrario, y como decía Julián Besteiro, "las discrepancias no deben negarse sino reconocerse como base indispensable para hallar en su día la solución". De la cultura política del PSOE forman parte la superación de las diferencias y la integración de las discrepancias, el debate y la búsqueda de la unidad, pero nunca prácticas al estilo de estas conmigo o contra mí . En otras organizaciones puede, en esta no.

Pero no basta con buenas palabras, ni mucho menos buena cara y malas intenciones . Lo importante, y lo imprescindible, no es trabajar en clave interna para ganar como sea el congreso regional, aunque formalmente se niegue esta evidente ocupación actual de muchos. Lo importante es trabajar a pie de obra, codo con codo con los ciudadanos en sus problemas y demandas, en la calle, lejos de la oscuridad de los vericuetos y fontanería de los aparatos de los partidos. La gente, nuestros conciudadanos, quieren a los socialistas a su lado. Están hartos y hastiados de las broncas internas, de los problemas de los partidos, y si son progresistas, más aún si son socialistas, de la tendencia errónea de la izquierda a estar peleándose entre sí, mientras nos gobierna la derecha. También por esta generalizada opinión ciudadana que comparto, aprovecho la conmemoración de este aniversario para reivindicar unidad, consenso e inteligencia política, tanto en la estrategia y actuación diaria de mi partido, como a la hora de afrontar la todavía lejana cita congresual. Lo importante es preparar bien las generales de marzo para ganarlas también en Navarra, y hacer buena oposición, y después, integrar la diversidad para hacernos más fuertes y competitivos. ¡Vamos, que como en la vida real!

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